Se estima que de forma natural cada día perdemos entre 50 y 100 cabellos. Para detectar si la caída capilar está siendo más alta de lo habitual podemos notar pérdida de densidad o aparición de zonas más claras en el cabello. También se suele observar que en la ducha o sobre la almohada los cabellos se depositan en mayor cantidad (estas últimas señales son más visibles cuando la caída es de tipo reaccional o por cambio de estación). Por otro lado, si tenemos la predisposición individual a una caída severa, como la de tipo androgenético (más común en los hombres), deberemos acudir a un especialista. La caída moderada o de tipo reaccional se debe habitualmente a factores ambientales, como los cambios de tiempo o la acción de la radiación solar intensa, y/o a factores individuales, como el estrés sostenido, posparto, carencias nutricionales de algunas vitaminas o hierro, por el efecto secundario de algunos fármacos o tras una convalescencia. Lo primero que debemos asegurar es un aporte correcto de todos los nutrientes necesarios para el crecimiento capilar a través de una dieta equilibrada y, en caso de necesitar un refuerzo, mediante la toma de un complemento alimenticio específico. En segundo lugar, los productos cosméticos de aplicación tópica sobre el cuero cabelludo (lociones y ampollitas) puede favorecer la microcirculación y la disponibilidad de nutrientes en los folículos pilosos o puntos de nacimiento del cabello. Si tenemos dudas sobre qué tipo de producto es el más adecuado en cada caso, es aconsejable realizar una consulta profesional. Finalmente, los hábitos correctos de cuidado capilar son medidas coadyuvantes para no agravar cualquier tipo de caída. Estos hábitos incluyen: el uso de un champú suave o que tenga la indicación de "anticaída"; evitar la manipulación agresiva del con un cepillado fuerte, el hecho de frotar enérgicamente el cuero cabelludo con la toalla al secarnos o llevar peinados muy tirantes; así como evitar someter el pelo a tratamientos térmicos intensos y frecuentes (como el planchado o el secado a altas temperaturas). En caso de que el problema persista, es imprescindible consultar con un/a profesional sanitario.