Ecológico, sostenible, orgánico, biológico… Un sinfín de etiquetas llenan no sólo tu despensa, también tu diccionario y bagaje personales. Pero, ¿se utilizan correctamente? O mejor, ¿se conocen? Es muy fácil caer en el engranaje de tópicos incorrectos, y más en la red, donde se pueden encontrar fuentes de información aparentemente correctas y oficiales. Si tu cabeza está hecha un lío y necesitas ponerte al día sobre estos conceptos, no te preocupes más. A continuación, conocerás cada una de estas tipologías alimenticias para que seas consciente de cuáles son sus diferencias e igualdades.
Alimentos sostenibles
Esta etiqueta es el patrón general, la mamá etiqueta, desde donde se generan y disgregan el resto de tipologías alimentarias. Los alimentos sostenibles son aquellos que cumplen, a priori, las siguientes 3 premisas:
- De calidad: un alimento elaborado utilizando materias primas ricas que mantienen su base organoléptica intacta y se encuentran en su punto exacto de maduración. Sin dejar de lado, por supuesto, que no han sido modificados genética o artificialmente y que no incorporan ni aditivos químicos (colorantes, acidulantes, espesantes,…) ni grasas perjudiciales ni hormonas o antibióticos.
- Respetuosos con el medio ambiente: para su producción y venta directa, se cultivan respetando su ecosistema. Por ello, los productos km 0, alimentos de temporada, alimentos producidos ecológicamente, alimentos con variedades autóctonas y los producidos con eficiencia energética y de recursos se consideran sostenibles.
- Socialmente justos: esta premisa hace referencia a las condiciones tanto de trabajo como de producción, distribución y venta mediante las cuales el alimento llega a manos del consumidor. Todo el camino, desde que se planta la primera semilla hasta que te dan el ticket de la compra, debe ser respetuoso con la relación calidad-precio, los derechos del trabajador, de la naturaleza y de los animales. Son aquellos alimentos denominados de “comercio justo”.
Alimentos orgánicos
Los alimentos orgánicos son aquellos que han sido elaborados siguiendo los prodecimientos tradicionales y establecidos por la industria alimenticia, pero con una diferencia notable al resto. En todas las fases del camino, desde la siembra, hasta el empaquetado, se ha prescindido del uso de sintéticos como herbicidas, pesticidas y fertilizantes artificiales, para garantizar un resultado óptimo.
En los años 40, la agricultura orgánica empezó a implantarse en muchas zonas mundiales como respuesta a la masiva industrialización alimentaria que se estaba y sigue viviendo. La denominada “Revolución Verde” sigue en boga, siendo una de las agriculturas más controladas, reguladas y exigentes, el punto de inicio de los productos ECO y BIO.
Muchas personas los confunden entre sí, debido a que comparten la misma base ideológica y todas siguen unas exigencias institucionales similares. La clave reside en que los productores orgánicos están obligados ha utilizar sólo unos limitados agroquímicos autorizados y tienen prohibido el uso de semillas transgénicas. Asimismo, los métodos de cultivo no deben agredir el suelo donde se plantan las semillas, y para fertilizar deben utilizarse sustancias de origen orgánico, como el compost.
Alimentos ecológicos
Si para que un producto fuera orgánico, éste debía desvincularse de cualquier tipo de transgénico, químico o plaguicida, los ecológicos deben respetar, en todas y cada una de sus etapas de producción, los procesos y tiempos de la naturaleza. Dicho de otra manera: cada fase del proceso de siembra, recolección y producción no puede contar con intervenciones artificiales.
Por ejemplo, para obtener pimientos ecológicos, la semilla debe ser ecológica, la tierra, el agua y los abonos deben estar descontaminados y ser lo más naturales posible. El término “contaminado” hace referencia a la cantidad de químicos que se han añadido: en el caso de lo ecológico, ninguno. Además, el crecimiento y maduración del fruto final deben aprovechar los elementos que brinda la naturaleza por sí misma: el clima, la luz solar y los fertilizantes naturales.
Utilizar frutas y verduras de temporada serían una buena manera de empezar a implantar el consumo de alimentos ecológicos en tu dieta. Si, además, estos poseen la etiqueta ECO, te asegurarás de que estás ingiriendo un producto 100% natural.
Alimentos biológicos
Estos alimentos son muy similares a las tres tipologías anteriores, pero cómo sucede con éstas, poseen un rasgo distintivo. Lo que diferencia a este tipo de alimentos es que no contienen ningún tipo de ingrediente, componente o elemento alterado genéticamente. Es decir que su color, forma, tamaño, textura y género es el que es de forma natural.
Con la gran masificación industrial tanto agrícola y como ganadera, es muy habitual encontrar alimentos a los que se les ha añadido algún aditivo o que han sido modificados mediante laboratorio para aumentar su tamaño, mejorar su forma o su color. Por ejemplo, aplicar productos que potencian el brillo de la piel de según qué frutos. Esto, por suerte, no sucede en lo referente a alimentos con etiqueta BIO.
¿Con cuál te quedas?
Como podrás apreciar, la frontera entre todas estas etiquetas es muy fina y resulta demasiado fácil confundirlas. Además en el caso de España, se consideran sinónimos, algo que aún dificulta más el saber distinguirlos. De todas formas, una vez se explican sus características, los puntos en común destacan y las diferencias resultan evidentes. La mayoría de ejemplos mostrados pertenecen a la agricultura (frutas y verduras), pero también podrían mencionarse casos de la ramadería y la pesca. En resumen:
Los alimentos ecológicos (ECO), biológicos (BIO) y orgánicos tienen como engranaje inicial el modo de hacer sostenible, el cual pretende ser respetuoso tanto con la relación calidad-precio, como con los derechos del medio ambiente, de los trabajadores y de los consumidores. Las diferencias residen en que los BIO no han sido modificados por un laboratorio de ninguna manera; los ECO han sido producidos siguiendo los dictámenes de la naturaleza, y los orgánicos, pese a estar producidos de forma industrial, no contienen ni se les ha aplicado ningún producto químico o artificial.
Cada categoría despierta distintas opiniones y es vista de forma muy diversa por cada individuo. No obstante, lo más importante es que estés a gusto con tu alimentación, tanto corporal como ideológicamente. Tú eres el último punto de la cadena, donde termina el proceso de producción y empieza la venta, el consumo. Eres una parte muy importante que puede marcar la diferencia a la hora de elegir una u otra opción. El panorama está lleno de ellas, así que adelante, prueba, disfruta y, sobre todo, ¡cuídate!