Los pies son el soporte de todo nuestro cuerpo que nos permite avanzar, por lo que no debemos descuidarlos, y mucho menos en verano.
La arena caliente, el agua del mar, la piscina, las chanclas y las sandalias de todo tipo pueden provocar multitud de molestias, como callos, durezas e incluso hongos. Para cuidar tus pies este verano, no te pierdas estos 11 consejos imprescindibles.
1. Lavar los pies con frecuencia
Para cuidar nuestros pies, el primer paso es tener una higiene impecable. Si ya acostumbras a lavarlos todos los días, en verano con más razón, ya que lo más habitual es que caminemos con zapatos abiertos que exponen nuestros pies a la intemperie.
Además, es posible que tengamos que caminar descalzos sobre la hierba y la arena, lo que requiere una cuidadosa higiene al llegar a casa. Para lavarlos puedes utilizar el mismo producto que para el resto del cuerpo, idealmente un jabón suave, sin ingredientes irritantes ni que resequen.
La higiene de los pies también pasa por secarlos bien para eliminar todo rastro de humedad. Así que, una vez limpios, los secamos minuciosamente, especialmente los espacios entre los dedos.
2. Exfoliar la piel muerta
Para una exfoliación suave y eficaz, nada mejor que un exfoliante para pies. Aplicado sobre la piel ligeramente húmeda, ayuda a eliminar las células muertas acumuladas en la superficie de la piel, especialmente en los talones y el dedo gordo, reduciendo así las callosidades. Este paso prepara la piel para absorber mejor los humectantes.
También pueden ser útiles las piedras pómez, limas eléctricas con rodillos exfoliantes, o los calcetines impregnados en activos exfoliantes, que dejan los pies suaves y renovados al cabo de unos días, con resultados óptimos en dos semanas.
3. Aplicar hidratación
La hidratación de los pies, a menudo relegada a un segundo plano tras de la del cuerpo es, sin embargo, fundamental para mantener la piel de los pies flexibles y sin grietas. Debemos hidratar nuestros pies diariamente con una crema para pies con el fin de prevenir la sequedad, especialmente en las zonas más propensas a tener callos, como los talones.
Una buena hidratación ayuda a evitar grietas dolorosas y mantiene los pies en buena forma, listos para disfrutar del verano.
4. Cortar las uñas adecuadamente
Debido a la frecuente fricción en los zapatos, las uñas de los pies deben recortarse con regularidad. Para ello, no cortes las uñas en las esquinas, sino rectas, dejando aproximadamente 1 mm de borde libre. Es importante no cortarlos por debajo de la parte blanca, porque la parte rosada está vascularizada y puede provocar sangrado.
Además, puedes emplear un aceite nutritivo para lograr unas uñas brillantes, nutridas y fortalecidas.
5. Tratar los callos y las durezas
Un callo se produce cuando hay fricción del zapato en el dedo del pie. Para evitar esta fricción, conviene optar por zapatos más anchos o utilizar una ortesis para los dedos. De esta forma, el zapato rozará el dispositivo y no el dedo, retrasando la aparición del callo y reduciendo el dolor.
Estas zonas dolorosas se pueden limar o reducir con una piedra pómez, o utilizar productos de tratamiento que ayudan a eliminar progresivamente el callo. Sin embargo, consultar a un podólogo siempre es la mejor opción, ya que puede proporcionar un alivio inmediato, e indicarnos el procedimiento de mantenimiento adecuado para nuestro caso particular.
Por otra parte, es fundamental tener en cuenta que el pie diabético no es compatible con el uso de estos productos. Para evitar complicaciones, ante la duda, acude al podólogo.
6. Prevenir ampollas
Estas pequeñas (o no tan pequeñas) burbujas aparecen a causa de una fricción inusual en la piel, a menudo debido a calcetines o zapatos inadecuados. Si te resulta molesta a diario, es posible perforarla con una aguja limpia y desinfectada, aunque si acudes al médico o podólogo podrá vaciarla y tratarla con una solución antiséptica y cicatrizante de manera más efectiva.
7. Controlar la sudoración
Sensación de humedad, malos olores.... El exceso de transpiración en los pies afecta a muchas personas. Además, en verano es común que el calor lo acentúe, aumentando así el riesgo de aparición de hongos. Para regular esta transpiración se pueden utilizar diversos productos: desodorante en spray para los pies, crema antitranspirante, polvos absorbentes, etc.
También es posible reducir la transpiración usando calcetines de fibras naturales, pero lo ideal en verano es usar zapatos abiertos, para permitir que el sudor se evapore.
8. Evitar la aparición de infecciones por hongos
Los hongos en los pies, también conocidos como “pie de atleta”, son una infección causada por un hongo microscópico que afecta la piel de los dedos de los pies, pudiendo extenderse incluso a las uñas.
Primero se manifiesta como enrojecimiento y ampollas entre los dedos, que luego se convierten en grietas. La piel se pela y la infección puede extenderse a la planta del pie y a los dedos. Estos hongos se transmiten fácilmente en zonas húmedas como vestuarios o alrededor de piscinas, por lo que es importante evitar caminar descalzo en este tipo de sitios.
Para tratar esta infección, los médicos o farmacéuticos recetan cremas, polvos o aerosoles antimicóticos para aplicar en los pies. La prevención también es importante, por lo que es aconsejable llevar a cabo una estricta higiene de los pies, prestando especial atención a la zona entre los dedos.
9. Aplicar un esmalte específico
El esmalte de uñas puede ser muy bonito, pero es importante elegirlo con cuidado y asegurarse de que no enmascare patologías u hongos en las uñas. No es necesario lucir uñas ultracoloridas: un tono neutro o un esmalte transparente puede ser suficientes.
Antes de comenzar la pedicura, es recomendable limpiar bien las uñas usando un cepillo pequeño y, si es necesario, limar y pulir las uñas para optimizar la duración del barniz. Aplicar el esmalte es un paso importante: comenzamos con una base protectora para crear una barrera entre la matriz de la uña y el esmalte, sobre todo si es de color. Esto evita el debilitamiento de las uñas y previene la transferencia de pigmentos que provocan las manchas. Luego se aplica una o dos capas de esmalte de uñas para obtener la opacidad deseada, y se termina con una capa de top coat para proteger el color.
10. Usar calzado adecuado
Es fundamental elegir correctamente el calzado y variar su uso, porque un calzado mal ajustado suele ser la causa de problemas importantes en los pies, como callos, durezas y ampollas. De hecho, casi una de cada dos personas opta por zapatillas deportivas, que sin duda ofrecen comodidad.
Sin embargo, se recomienda cambiar de calzado de vez en cuando, ya que las zapatillas favorecen la transpiración intensa y el pie puede macerarse. Además, la forma del pie puede distorsionarse con las zapatillas de deporte, lo que posteriormente dificulta el uso de zapatos más estrechos y puede provocar dolor, incluidas afecciones como hallux valgus, una desviación anormal del dedo gordo del pie.
11. Visitar al podólogo
Consultar una vez al año a un podólogo permite comprobar y tratar posibles dolencias en los pies. También podrá determinar si es necesario prescribir plantillas para mejorar la postura y prevenir patologías del pie. No dudes en pedir consejo a tu médico y/o farmacéutico.
Artículo traducido por Celia Núñez, redactado originalmente en francés por Sandrine Nail-Billaud.