¿Sabes ese momento en el que acabas de saborear el último sorbo de tu latte macchiato y poco después te empieza a rugir el estómago? Sientes una sensación de saciedad, el estómago se hincha y aparecen dolores parecidos a calambres. Si has sufrido o sufres alguno de estos síntomas, es posible que sufras de intolerancia a la lactosa.
Y es que algunos de los síntomas que podemos sentir frente a esta intolerancia son: Calambres abdominales, hinchazón e incluso, descomposición tras un vaso de leche. Eso sí, ser intolerante a la lactosa implica más cosas. ¿Cómo saber si soy intolerante a la lactosa? ¿Cuáles son sus causas?
Alergia alimentaria frente a intolerancia alimentaria
Es fácil confundir las intolerancias alimentarias con las alergias alimentarias. Las alergias y las intolerancias alimentarias son extremadamente complejas y no es fácil distinguirlas a primera vista. Una alergia alimentaria se basa en un mecanismo mediado inmunológicamente. Puede que dicho así, te quedes igual, pero básicamente de lo que se trata es de una reacción del sistema inmunitario que ocurre al ingerir un determinado alimento.
El sistema inmunitario forma anticuerpos (inmunoglobulinas) contra sustancias que en realidad son inocuas, normalmente contra proteínas vegetales y animales. A diferencia de las alergias alimentarias, las intolerancias alimentarias no pueden detectarse mediante una prueba de alergia, ya que no se trata de un mecanismo mediado inmunológicamente.
Signos de intolerancia a la lactosa
Se calcula que entre un 20 y un 40% de españoles sufre de intolerancia a la lactosa. ¿Cómo se produce? La enzima lactasa, que descompone la lactosa en el intestino delgado, no está presente en cantidades suficientes o no está presente en absoluto. Como resultado, la lactosa llega al intestino grueso sin digerir y es fermentada por bacterias.
Los síntomas se presentan frecuentemente de 30 minutos a dos horas después de comer o beber productos lácteos, y a menudo se alivian no comiendo ni bebiendo estos productos. Consumir grandes cantidades de productos lácteos puede causar síntomas peores.
Los síntomas pueden ser:
Dolor Abdominal
Cólicos abdominales
Diarrea
Gases Flatulencia
Náuseas
Posibles causas
La intolerancia a la lactosa puede tener varias formas según la actividad de esta enzima:
La intolerancia primaria a la lactosa es la forma más común. Mientras que la actividad de la enzima lactasa es máxima en un lactante sano, esta disminuye lentamente a partir de los cinco años.
La intolerancia temporal secundaria a la lactosa puede producirse como resultado de una enfermedad gastrointestinal o tras una intervención quirúrgica gastrointestinal.
En raras ocasiones, la intolerancia a la lactosa es congénita.
Diversos métodos de diagnóstico
Para saber si la lactosa nos está sentando mal, se recomienda realizar un autotest o una prueba dietética. ¿Cómo? Bebiendo un vaso de leche en ayunas. Si se experimenta dolor abdominal, flatulencia o diarrea, es posible que seamos intolerantes a la lactosa.
Durante una prueba dietética, se recomienda evitar la leche y los productos lácteos durante, al menos, quince días, así como los embutidos, los dulces, los platos preparados, las bebidas e incluso los medicamentos si contienen lactosa. Si los síntomas dejan de aparecer durante este periodo, esto puede indicar una intolerancia a la lactosa.
Un especialista gastrointestinal puede utilizar diversos procedimientos de prueba para determinar si se trata realmente de un caso de intolerancia a la lactosa o de otra enfermedad. Un método probado es la prueba de H2 en el aliento. La prueba mide el contenido de hidrógeno del aire exhalado a determinados intervalos antes y después de la administración de lactosa. A veces se realiza un análisis de sangre y, en casos excepcionales, una prueba genética o una biopsia de la mucosa del intestino delgado.
Cambiar la dieta como terapia
No todo el mundo reacciona igual a la lactosa. Los afectados deben averiguar qué alimentos desencadenan los síntomas y evitarlos. Los alimentos bajos en lactosa o sin lactosa son una buena alternativa a los productos lácteos convencionales.
Un cambio específico en la dieta ayuda a mantener la calidad de vida. Sin embargo, también hay ocasiones y situaciones especiales, como un acontecimiento festivo, un viaje o una invitación a cenar, en las que los afectados no quieren o no pueden recurrir a los alimentos sin lactosa. En estos casos excepcionales, los preparados de lactasa ingeribles pueden ayudar a disfrutar de la comida sin sufrir síntomas.