El estrés, una dieta basada en comida rápida o cargada de grasas, una vida sedentaria o algunos medicamentos pueden convertir nuestras digestiones y nuestras visitas al baño en una película de terror e incluso en algo inexistente.
Tanto en situaciones en las que detectamos que algo está cambiando en nuestras visitas al baño como en nuestro día a día es recomendable apoyar nuestra dieta con fibra que ayude a nuestro organismo y nuestra salud.
Primer paso: ¿Qué es la fibra y cuáles son sus beneficios?
La fibra o fibra dietética es una parte de los alimentos que el organismo no es capaz de digerir e incluso puede recorrer todo el aparato digestivo manteniéndose casi intacta y sin que el organismo pueda absorber sus propiedades. Según apunta nuestra farmacéutica Mar Santamaria:
“La fibra no es un nutriente, pero tiene funciones fisiológicas muy importantes”
Beneficios de una dieta rica en fibra:
- Ayuda a mantener la salud intestinal, favoreciendo la evacuación intestinal y manteniendo un intestino más saludable y evitando el estreñimiento.
- La fibra soluble es la que contribuye a disminuir los niveles de colesterol “malo” y además, ayuda a retrasar la absorción del azúcar y a mejorar los niveles de azúcar en sangre. Mientras que la fibra insoluble contribuye a evitar el desarrollo de la diabetes tipo 2.
- Además, los alimentos con alto contenido en fibra suelen llenar más y por tanto, tienen un efecto saciante.
En nuestra dieta, debemos incorporar ambos tipos de fibra: sin que falte, pero tampoco sin excedernos. La cantidad total de fibra que debemos ingerir es de 25 a 30 gramos al día.
Segundo paso: Tipos de fibra y dónde encontrarlas
Existen dos tipos de fibra: Fibra soluble e insoluble.
- Fibra soluble. Es la que se disuelve en agua y se convierte en gel, lo que proporciona sensación de saciedad. Este tipo de fibra sirve de sustrato para el crecimiento de bacterias que forman parte de una microbiota intestinal sana (bacterias buenas).
- Fibra insoluble. Es la que no se disuelve en agua, tampoco es fermentable por la microbiota del intestino. Su efecto es mecánico, ayuda a que se forme el bolo fecal y contribuye al tránsito intestinal.
Cuando hablamos de ‘dónde encontrarla’ no nos referimos a tener que salir a capturar la fibra como si fuesen un Pokémon, hablamos de los alimentos en los que aparece.
- La fibra soluble la encontramos por ejemplo en: salvado de avena, salvado de arroz, zanahorias, maíz, brócoli o en frutas como: manzana, naranja y otros cítricos.
- La fibra insoluble se encuentra en harina de trigo integral, salvado de trigo, frutos secos, verduras, como la coliflor, patatas o en frutas como: fresa, frambuesa, pera, higos, mango y moras.
Tercer paso: ¿Cuál es mejor?
En realidad no hay una mejor que la otra. El uso de una u otra dependerá de lo que necesitemos, teniendo en cuenta que a través de la dieta deberíamos ingerir ambos tipos. Podemos completar su aporte mediante complementos alimenticios ricos en fibra.
Lo que si podemos tener en cuenta es que la fibra soluble se recomienda para personas que sufren episodios de estreñimiento, junto al consumo de agua y actividad física.
Cuarto paso: ¿Cuánta fibra debemos consumir?
Lo que se recomienda, sobre todo si optamos por suplementarla, es incluir la fibra poco a poco e ir aumentando su consumo gradualmente, de esta manera, el sistema digestivo se va adaptando al consumo extra de fibra.
¿Cuál es tu caso? ¿Eres team soluble o team insoluble? ¿Incluyes fibra en tu dieta? ¡Hablemos de fibra!