La piel funciona como barrera protectora frente al exterior protegiéndonos de enfermedades, temperaturas extremas y lesiones, siendo el pH uno de sus mecanismos de protección. El pH de nuestra piel está expuesto permanentemente a las agresiones externas por lo que mantener su valor de pH óptimo nos ayudará a que pueda realizar su papel fundamental, protegernos. El pH de la piel varía ligeramente según la edad, el género y el lugar del cuerpo (genitales, manos y axilas). Para medir el pH de la piel y de las diferentes sustancias, utilizamos la escala de pH. Esta escala comprende valores de 0 a 14, siendo el 7 el valor neutro. Cualquier valor inferior recibiría la categoría de ácido y si fuera superior de alcalino.
El valor del pH de la piel oscila entre 4,5 y 5,9 por lo que el pH natural de la piel es ligeramente ácido y su valor óptimo sería de 5,5. Entre la dermis y la epidermis de la piel hay un tejido llamado “manto ácido” con un nivel de pH ligeramente ácido. El “manto ácido” actúa como película natural de la piel, lubricándola y protegiéndola de las bacterias e irritación. Si el equilibrio natural de la piel se ve afectado, su pH sube hasta valores alcalinos y no puede cumplir su función de barrera protectora. La piel se muestra deshidratada, sensible y susceptible a sufrir a enfermedades como la rosácea o la dermatitis atópica.
pH según el tipo de piel
- Piel grasa – Entre 4,9 y 5,0
- Piel normal – Entre 5,2 y 5,5
- Piel seca – Entre 5,7 y 5,9
Los factores internos (edad, genética, hormonas) y externos (contaminación, temperatura, cosméticos alcalinos, productos químicos) afectan a nuestra piel y hacen que su pH se desestabilice. En una piel seca, la barrera de protección lipídica es muy escasa. Lo que provoca mayor riesgo de sequedad, sensibilidad y deshidratación. Cuando estas condiciones suceden y la piel se sensibiliza, el pH cambia convirtiéndose en un pH más ácido que el normal. En una piel grasa, por el contrario, la barrera de acidez se desestabiliza debido a la atrofia de la glándula sebácea. Cuando hay una atrofia en la glándula sebácea, hay un exceso de grasa en la superficie de la piel que la barrera de acidez no puede asumir. Esto da lugar a un desequilibrio del pH de la piel llegando, en algunos casos a valores cercanos al 7.
Cómo mantener un pH saludable
- Higiene y cosmética: Utiliza productos no alcalinos que tengan un pH neutro o un pH de 5,5. Respetan tu pH natural y cuidan la piel sin agredirla.
- Hidratación: La piel mantiene el equilibrio de sus niveles de acidez cuando está hidratada. Se recomienda beber al menos dos litros diarios de agua y mantener una dieta sana con predominio de frutas y verduras que aportan abundante agua y antioxidantes.
- En la ducha: Procura no hacerlo con agua demasiado caliente, evita enjabonarte más de una vez y utiliza esponjas o cepillos suaves para no dañar el manto ácido.