La contaminación, el cansancio, el frío, el calor, el aire acondicionado, la calefacción, el deporte e incluso el uso diario u ocasional de mascarillas son factores que ponen a dura prueba la piel de nuestro rostro. Por supuesto,
nuestra piel está constantemente expuesta a los agresores externos, pero también sufre mucho en espacios cerrados con calefacción, aire acondicionado y, a veces, contaminación. Y aunque nos esforcemos en cuidar nuestra piel a diario con un suero y una crema adecuada, la piel del rostro sigue siendo frágil y requiere regularmente cuidados más profundos para mantenerla suave, tersa, purificada y bien hidratada. El resultado final es una tez grisácea garantizada.
¿La solución? Utilizar una mascarilla facial hidratante, purificante o antiedad que ayuda a dar un impulso a su piel en tan solo unos minutos. Pero, ¿qué mascarilla elegir para cada tipo de piel?
¿Cómo se hace una mascarilla?
El éxito de las
mascarillas se debe también a la influencia de las mujeres coreanas, que llevan años utilizando sus trucos de belleza con muy buenos resultados para la piel. De hecho, los cosméticos asiáticos son un éxito y son muy aclamados, sobre todo por sus mascarillas: de papel, mascarillas nocturnas, de goma, de espuma, etc. Pero al final, sea cual sea la presentación de estas mascarillas,
la idea es que una o dos veces por semana, una mascarilla facial ayude a liberar la piel de impurezas, a recrear su película hidrolipídica o a borrar los signos del envejecimiento o la fatiga devolviéndole luminosidad. Para ello, tras estudiar el método y el momento de aplicación de la mascarilla, puede potenciar su eficacia con algunos consejos: Para amplificar los beneficios de una mascarilla, dale un baño de vapor al rostro. El objetivo es
abrir los poros, eliminar impurezas y facilitar la penetración de los principios activos de la mascarilla. Para ello, coloca la cabeza sobre un recipiente con agua muy caliente y cúbrela con una toalla. Espera unos minutos. Si es necesario, puedes retirar los puntos negros con un pañuelo de papel. Sécate ligeramente la cara con un pañuelo limpio. A continuación, ¡aplica la mascarilla! Por supuesto, ¡no se elige una mascarilla facial al azar! Antes de comprar una,
es importante conocer tu tipo de piel (seca, grasa, mixta, normal o sensible) para poder elegir la mascarilla que mejor se adapte a ti.
Todos los tipos de piel son diferentes. Lo único que tienen en común es la hidratación, porque todos los tipos de piel necesitan hidratación. Las células y glándulas subcutáneas son incapaces de crear agua. Por tanto,
la hidratación es la clave para mantener una película hidrolipídica equilibrada. La elección también puede hacerse en función de las diferentes texturas para aportar un lado lúdico y placentero a la creación de la mascarilla: cremas suaves y confortables, gelatinas, tejidos, o una textura que se seca y se retira de una sola vez, ¡la elección es amplia! En general,
3 veces al mes es la frecuencia adecuada para aplicar una mascarilla, ya que la piel se renueva cada 28 días de media, y hacerlo más a menudo podría acabar dañando la película hidrolipídica de la piel.
Mascarillas purificantes
Este tipo de mascarilla está
diseñado para pieles mixtas y grasas que necesitan una acción desintoxicante y, sobre todo,
purificante. La mascarilla
absorbe el exceso de sebo y purifica los poros de la piel para reducir brillos, imperfecciones y puntos negros. Existen mascarillas peel-off y parches a base de carbón vegetal que pueden ofrecer una doble acción: exfoliante y purificante. Basta con dejarlos secar y después despegarlos suavemente para liberar la piel de impurezas. Las mascarillas purificantes
más eficaces contienen arcilla verde, arcilla blanca y maicena, todas ellas con un efecto altamente absorbente y dermopurificante. Por último, el caolín, muy utilizado, es una sustancia similar a la arcilla blanca, y su ventaja es que contiene numerosas
sustancias purificantes y equilibrantes como el zinc, el hierro, el silicio y el magnesio. En definitiva, estas mascarillas purificantes también se adaptan perfectamente al cuidado de las pieles con tendencia acneica, que requieren una acción absorbente, purificante, hidratante y calmante. De hecho, las imperfecciones y los microquistes suelen ir acompañados de inflamación, lo que provoca un verdadero malestar.
Mascarillas hidratantes
Las
mascarillas hidratantes se recomiendan para todo tipo de pieles, ya sean normales, secas o mixtas. De hecho, como decíamos, las pieles mixtas suelen necesitar 2 mascarillas porque este tipo de piel tiene una zona grasa conocida como zona T, que incluye la frente, la nariz y la barbilla. Las
mejillas suelen estar deshidratadas o secas y necesitan un tratamiento cómodo, calmante y nutritivo. En las mascarillas hidratantes, los ingredientes como la glicerina y la manteca de karité son los que más regeneran la piel. La
manteca de karité es rica en fitoesteroles, aminoácidos y vitamina E. La manteca de karité es también un excelente agente nutritivo y suavizante que favorece la regeneración celular. La glicerina proporciona una hidratación duradera, evitando la pérdida de agua para que la barrera epidérmica se mantenga equilibrada y protegida en todo momento. La
estrella de la hidratación es el ácido hialurónico cuando se encuentra en su forma de alto peso molecular, ya que en esta forma capta el agua y la libera a la superficie de la piel para una hidratación perfecta. El ácido hialurónico de bajo peso molecular
tiene una acción rellenadora y antienvejecimiento. Por último, las
pieles sensibles y reactivas deben elegir mascarillas específicas antirojeces enriquecidas con agua termal, que tienen propiedades antioxidantes, calmantes y suavizantes. Los extractos de ginseng y algas rojas, en particular, reducirán la vasodilatación y reforzarán las paredes de los capilares sanguíneos de la dermis, que suelen ser visibles en los pómulos de las pieles propensas a la rosácea.
Mascarillas con efecto antiedad
Además de tener un
efecto antiedad, es importante recordar que
el cansancio, la vida cotidiana y el estrés contribuyen al estrés oxidativo de la piel, difuminando y apagando la tez y restándole su luminosidad natural. Por ello, es importante utilizar una mascarilla desintoxicante y oxigenante para iluminar el cutis y, a continuación, elegir una mascarilla antiedad. La mascarilla antiedad
alisará la textura de la piel y rellenará las arrugas para reducir su apariencia. El ácido hialurónico de bajo peso molecular es ideal para ello, ya que penetra profundamente en la dermis y la reestructura. Del mismo modo, las mascarillas de colágeno aportan al rostro sostén y un efecto de relleno. Aún más eficaces: las
mascarillas de tejido impregnadas de principios activos muy potentes como ácidos frutales, colágeno o ácido hialurónico proporcionan una acción potenciadora de la luminosidad al rellenar y elevar la piel. Pueden utilizarse antes de un evento o una salida nocturna. Por último, las
mascarillas peel-off son ideales para esta acción antiedad, ya que su textura les permite penetrar en todas las grietas de la piel y su efecto oclusivo ayuda a que los principios activos penetren allí donde son más necesarios y eficaces. El uso de mascarillas es uno de esos rituales de belleza que ayudan a la piel a combatir todas las agresiones a las que se enfrenta a diario. Por supuesto,
las mascarillas no sustituyen al cuidado diario de la piel: mañana y noche con sérum y crema, sin olvidar la imprescindible limpieza y desmaquillado cada noche. Si tiene alguna pregunta, no dude en consultar a su farmacéutico para que le ayude a elegir la mascarilla o mascarillas más adecuadas para su piel.