El aceite de ricino, procedente de las semillas de la planta de ricino (Ricinus communis) es ampliamente empleado como ingrediente en cosmética. Es muy rico en ácidos grasos esenciales y vitamina E, que le aporta propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Ofrece diversas posibilidades de uso, especialmente destinadas al cuidado de la piel y del cabello. Es la base de formulaciones cosméticas como barras labiales y sérums nutritivos para mantener un crecimiento sano de pestañas y cejas. En productos para el cuidado capilar resulta hidratante, protector y reparador para el cabello seco y dañado.
Aplicado como aceite puro y de forma tópica, nutre la piel en profundidad, también las uñas frágiles y las cutículas. Como curiosidad, su denominación anglosajona "castor oil" puede confundirnos en cuanto a su procedencia. Sin embargo, actualmente, su origen es puramente vegetal (y no tiene nada que ver con la sustancia que se utilizaba en el pasado y que, en efecto, se extraía de las secreciones del castor). Evita aplicar el aceite puro en zonas sensibles como ojos y mucosas.