El agua de mar es rica en elementos y oligoelementos en forma de distintas sales que contienen: cloro, sodio, magnesio, calcio, potasio, flúor, hierro, manganeso, yodo... Se puede emplear para consumo vía oral si cuenta con todas las garantías de calidad alimentaria. Para ello, se recoge, esteriliza y microfiltra en frío para conservar sus propiedades y sigue una serie de controles para que que sea apta para finalidad alimenticia.
Podemos encontrarla envasada, preparada para diluirla en agua dulce e incorporarla a nuestras recetas o para la cocción de alimentos. También está presente como ingrediente en complementos alimenticios, ya que destaca como fuente de magnesio marino (un mineral imprescindible para el sistema nerviosio y para mantener un estado de ánimo normal). En complementos destinados a la práctica deportiva contribuye a la rehidratación y a la reposición de minerales. Tiene acción prebiótica y ayuda a la detoxificación.
En cualquier caso, es necesario seguir las indicaciones del producto o complemento alimenticio, para un uso correcto del mismo. Personas con hipertensión o que tengan que moderar la ingesta de algunos minerales en su dieta, deberán consultar antes con un/a profesional sanitario/a.