La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria cutánea que se caracteriza por sequedad, descamación y picor intenso de la piel. Cursa por brotes en los que aparecen estos eccemas que se localizan en el rostro, cuello, tronco y pliegues de los codos y/o rodillas. Para cuidar la piel con dermatitis, en primer lugar, hay que seguir todas las pautas y recomendaciones prescritas por el dermatólogo/a, sobre todo en fase de brote.
Para el cuidado diario, la dermocosmética representa una gran aliada. Es importante utilizar productos cosméticos aptos para pieles con dermatitis atópica. Su función es la de hidratar y nutrir sin irritar. Por tanto, es aconsejable optar por limpiadores y leches, cremas o bálsamos hidratantes que relipidicen intensamente la piel (es decir, que le aporten grasas nutritivas), no arrastren el manto de protección natural, calmen y presenten una excelente tolerancia. El agua termal aplicada como una bruma directamente sobre la piel suele ser útil en los momentos de prurito: aporta oligoelementos calmantes, refresca y da confort.
Se recomienda además, evitar factores ambientales que pueden empeorar el estado de la piel (calor excesivo, frío intenso, baja humedad relativa por calefacción, etc.). Utilizar ropa de algodón lavada con detergentes hipoalergénicos. Seguir una dieta rica en antioxidantes y grasas de buena calidad también puede ayudar a mejorar el confort cutáneo. En caso de dudas o empeoramiento del problema, es necesario consultar siempre con un/a profesional sanitario.