La camomila, también conocida como manzanilla, es una planta herbácea que pertenece a los géneros Chamomilla o Matricaria. Como ingrediente cosmético, su extracto puede ser de utilidad por sus propiedades antiinflamatorias y calmantes en pieles con dermatitis. Su aceite esencial es rico en sustancias como el bisabolol, responsable de esta acción calmante.
El extracto también contiene flavonoides, polisacáridos y cumarinas. La sinergia de estas sustancias con efecto antibacteriano y antioxidante (como los flavonoides) protegen la piel del daño oxidativo. Esta planta también contiene sales minerales que ayudan a reforzar las defensas de la piel y contribuyen a la renovación celular cutánea.
En la camomila encontramos mucílagos, unas fibras que absorben el agua y funcionan como reservas de energía para la planta. Esta capacidad de absorción se utiliza para formar soluciones viscosas y geles, por lo que podemos encontrar numerosos champús, geles de baño o lociones en base a la camomila. En específico, los productos capilares que incluyen camomila en su formulación aprovechan el efecto de tres flavonoides (apigenina, quercetina y azuleno) para aclarar la tonalidad del cabello de forma progresiva.
El efecto es natural, ya que no se trata de una sustancia decolorante agresiva, y confiere matices dorados. A diferencia de algunos tintes, respeta la integridad de la fibra capilar porque no llega a penetrar en la cutícula.