Las arcillas provienen de rocas sedimentarias y son ricas muy en minerales. En cosmética, pueden ayudar a eliminar las células muertas de la piel y el cuero cabelludo, gracias a su acción absorbente, limpiadora, purificante y revitalizante. Además, poseen propiedades antiinflamatorias y cicatrizantes.
Las arcillas más utilizadas son la arcilla blanca, verde y rosa. Sus beneficios son diferentes y hay que tener en cuenta qué tipo de piel tenemos para utilizar una u otra. En un producto cosmético suelen combinarse con otros ingredientes con acciones complementarias, para aportar efecto calmante, hidratante,...
Concretamente, la arcilla blanca tiene alto contenido en aluminio y magnesio. Sobre la piel tiene acción exfoliante suave, calmante y suavizante, por lo que suele ser apta para todo tipo de piel, incluyendo las pieles secas y algo sensibles.
En el caso de la arcilla verde tiene contenido en magnesio y óxidos de hierro, que le aportan su color verdoso. Contribuye a limpiar en profundidad, eliminar las impurezas y tiene una acción astringente. Es recomendable para pieles mixtas y grasas. La arcilla rosa es una mezcla de la blanca y la roja, también tiene contenido de óxidos de hierro y cobre. Entre sus propiedades ayuda a regenerar la piel, purifica las pieles sensibles y, según el resto de ingredientes del producto, incluso reactivas.
Las arcillas se pueden encontrar en productos muy variados como mascarillas faciales, corporales y capilares, maquillajes y jabones sólidos e incluso en polvo para preparar mascarillas o cataplasmas.