Primavera y verano son las épocas de máxima proliferación de mosquitos y con ellos llega su molesta picadura. Pero, ¿por qué los atraemos? La cuestión recae en tres compuestos químicos que generamos los seres humanos: el ácido láctico, la cantidad de dióxido de carbono que exhalamos y el octenol. Además, nuestra temperatura corporal, así como el olor que desprendemos, que depende de la microbiota cutánea de cada persona, también actuarían como reclamo para estos insectos. Todos estos factores son incontrolables por nuestra parte, así que, para repeler a los mosquitos y no tener que lidiar con su molesta e irritante picadura, solo nos quedará incidir sobre los receptores del insecto.
En este punto es donde entran los repelentes de mosquitos, conocidos popularmente como antimosquitos, que logran confundir a los insectos, evitando que localicen a la persona a la que picar. Así, podemos encontrar repelentes con base química, como el DEET, la icaridina o el IR3535®. Se utilizan para evitar las picaduras de insectos como el mosquito común, mosquito tigre y/o pulgas debido a su alta efectividad y baja toxicidad para la piel. En situaciones especiales (piel sensible, edad infantil, durante el embarazo,...) estará más indicado un tipo u otro y es aconsejable consultar con un/a profesional sanitario/a. Hay que recordar que los mosquitos y otros insectos son vectores de enfermedades.
Esto cobra una especial importancia en los viajes a zonas tropicales con enfermedades endémicas transmitidas por mosquitos. En estos caso, habrá que priorizar los repelentes biocidas, por su mayor eficacia. Por otro lado, tenemos los antimosquitos con base orgánica o vegetal, como el citriodiol o el aceite de citronela (este último no es biocida y tiene una eficacia menor). Los repelentes botánicos se extraen de plantas que producen sustancias para defenderse de los ataques de los insectos. Estos activos se encuentran presentes, por norma general y en más alta concentración, en los aceites esenciales de algunas especies botánicas (Eucalyptus y Cymbopogon).
Finalmente, se pueden incorporar algunas precauciones para minimizar las picaduras de insectos: utilizar ropa de algodón y colores discretos, que cubra el máximo de piel. Evitar el uso de perfumes o cosméticos con perfume intenso. En zonas de riesgo, utilizar mosquiteras. Y, ante una reacción intensa tras una picadura o encontrarse mal, es necesario acudir a los servicios de atención sanitaria.