La cuperosis es una primera manifestación de la piel que puede llegar a instaurarse en forma de rosácea. La rosácea es una afección crónica de la piel que se manifiesta, entre otras cosas, por un enrojecimiento en la parte central del rostro (a causa de pequeños capilares que se dilatan como consecuencia de una alteración en la barrera cutánea).
Estas afecciones suelen ser más frecuente en pieles sensibles y fototipos claros, y su origen es multifactorial. Aparecen en forma de brotes o periodos de empeoramiento, pero las molestias pueden llegar a instaurarse de forma más o menos permanente. Los signos y síntomas pueden incluir: pequeñas líneas rojas debajo de la piel, lesiones similares al acné, inflamación, ardor o rubor repentino.
Es muy importante frenar la evolución de la enfermedad a etapas más severas, por lo que una buena rutina facial puede ayudar a calmar y controlar los signos y síntomas. Es necesario evitar toda sustancia irritante, tanto en la piel, como en la dieta (reducir el consumo de alcohol, tabaco, ingredientes picantes…). También se tiene que consultar siempre con un especialista en dermocosmética y acudir una vez al año al dermatólogo.