Cansancio, falta de energía, sensación de fatiga o debilidad corporal o incluso mental, y sueño… ¿Te suena?
Si te sientes así a menudo, ya sea de forma crónica o temporalmente, y de forma generalizada o solo en partes concretas de tu cuerpo, es posible que se trate de astenia.
¿Nunca habías oído esta palabra? No te preocupes, te cuento todo lo que necesitas saber.
¿Qué es la astenia?
El término astenia engloba aquellos síntomas de fatiga y debilidad que nos afectan tanto física como psicológicamente, y que pueden derivarse de otras afecciones como la gripe, anemia, depresión, ansiedad, insomnio, diabetes no controlada, deficiencia de vitamina B12, cáncer, o problemas del corazón, entre otros. En función del origen, estos síntomas aparecen paulatinamente o de forma más o menos inmediata.
Otra de las causas puede ser la toma de determinados medicamentos, así como el envejecimiento y sus enfermedades asociadas (problemas óseos, musculares, de riñón…), o el hecho de llevar un estilo de vida sedentario o una alimentación inadecuada.
Astenia: Síntomas comunes.
Por lo general, sentir cansancio o debilidad de forma puntual no solo no tiene por qué ser preocupante, sino que se trata de algo completamente normal con ajetreado ritmo del día a día; sin embargo, cuando ciertos síntomas aparecen con frecuencia o se prolongan en el tiempo, es conveniente prestarles atención. Estos síntomas pueden comprender:
Dificultad o lentitud al articular movimientos
Temblores, calambres o espasmos musculares
Agotamiento
Síntomas similares a los de la gripe, como fiebre o agotamiento físico
Si estos síntomas persisten, o aparecen otros más graves como mareos, problemas para hablar, ver o respirar con normalidad, confusión, o dolor en el pecho o, en definitiva, que disminuyan la calidad de vida conviene acudir al médico para un diagnóstico profesional.
¿Qué tipos de astenia existen y cómo superarla?
Es muy común tener síntomas de cansancio con el cambio de estación, por lo que probablemente hayas oído hablar de la astenia otoñal, la astenia primaveral o incluso la astenia veraniega.
Además, existen otros tipos bastante comunes, como la astenia mental o emocional, intestinal, senil, neurocirculatoria… Normalmente, estos tipos de astenia no están considerados como una enfermedad, sino que están relacionados con otras condiciones como el envejecimiento propio de la edad, la ansiedad, la depresión, etc.
En definitiva, la astenia es un término general que implica un alto nivel de cansancio, debilidad y fatiga que afectan a la calidad de vida del paciente, pero sus causas son múltiples y complejas, y deben ser determinadas por tu médico.
Existen algunas recomendaciones generales para prevenir la astenia, como mantener un estilo de vida activo, llevar una buena alimentación y dormir, al menos, 7 horas diarias. Sin embargo, cuando estos síntomas derivan de otra enfermedad, será necesario tratar el problema en cuestión para poder superarla.