Trazar el mapa de nuestro organismo a veces es complicado. Ser conscientes de los nutrientes, vitaminas y minerales que incorporamos a diario es imposible, sin embargo nuestro cuerpo es sabio y se manifiesta ante carencias nutritivas vitales: piel opaca, cabello quebradizo, dolor muscular y de articulaciones, mala digestión, insomnio, irritabilidad, entre otros.
Nuestro cuerpo es una máquina perfecta que necesita de un buen combustible para funcionar y ese combustible es nuestra alimentación.
Un reciente estudio publicado en Estados Unidos por el Journal of Clinical Sleep Medicine informa que la somnolencia diurna afecta entre el 5 y 10% de la población. La somnolencia diurna se caracteriza por un estado de ensueño a lo largo del día, y los investigadores afirman que está íntimamente ligada a la falta de vitamina D.
Los aportes de vitamina D vienen a través de una rica alimentación y, la gran mayoría, de la exposición solar. Si tu dieta es rica en pescado azul, huevos y leche fortificada sólo llegarás a cubrir entre un 10-15% de la cantidad necesaria por ello es importante que te expongas al sol ya que la vitamina D se sintetiza en la piel.
La vitamina D es importante para nuestro organismo porque estimula nuestras defensas y mejora nuestro sistema nervioso, permitiéndonos tener un sueño más reparador. La carencia de esta vitamina hace que nuestro organismo padezca somnolencia, fatiga, falta de concentración y pesadez, haciendo que nuestro cuerpo no funcione de forma eficaz.
Un buen dormir se convierte así en una necesidad, no sólo porque nos permite descansar y relajarnos sino porque es durante la noche cuando ciertos procesos tienen lugar como la secreción de ciertas hormonas (vasopresina: conservación de agua en nuestro organismo; GH: hormona del crecimiento; hormonas sexuales, energéticas; neuropéptidos: aprendizaje y memoria).
Para un buen dormir y afrontar el día con energía, incluye en tu dieta vitamina D y despídete de la soñolencia diurna.