¿Sabes qué es la insuficiencia renal? En España, 1 de cada 7 personas se ven afectadas por esta enfermedad que resulta de la lenta progresión de diversas patologías. Estas condiciones conducen a una destrucción progresiva de los riñones, comprometiendo su capacidad para funcionar correctamente.
En etapas avanzadas, la diálisis o el trasplante a menudo se vuelven esenciales para salvar la vida de los pacientes.
¿Qué es la insuficiencia renal?
La insuficiencia renal es una enfermedad grave que provoca, a menudo, un deterioro irreversible de la capacidad de los riñones para filtrar la sangre. Distinguimos la insuficiencia renal aguda, que se produce de forma repentina, por ejemplo durante una infección o hemorragia grave, y que generalmente es transitoria y reversible, de la enfermedad renal crónica, que es mucho más común. Esta última evoluciona lentamente, a veces sin síntomas aparentes durante muchos años, antes de manifestarse. En general, la insuficiencia renal crónica tiene dos causas principales: diabetes e hipertensión.
Los riñones están ubicados a cada lado de la columna, con forma de alubia, de unos 12 centímetros de largo 160 gramos cada uno. Las arterias renales suministran 1.700 litros de sangre al día a los riñones. Así, cada 30 minutos, los riñones filtran toda la sangre del cuerpo humano.
Los riñones tienen la función de:
Filtrar la sangre para eliminar los desechos, eliminarlos con la orina y conservar sólo las sustancias útiles para el buen funcionamiento del organismo.
Mantener constante la composición de la sangre (cantidad de agua, sal, potasio, etc.).
Mantener la presión arterial en el nivel adecuado.
Transformar la vitamina D, lo que permite la absorción del calcio de la dieta por el intestino y su fijación en el hueso.
Producir una sustancia llamada eritropoyetina, que estimula la producción de glóbulos rojos.
¿Cuáles son los síntomas de la insuficiencia renal?
La enfermedad renal crónica es una enfermedad silenciosa de larga duración, con un curso progresivo y sin posibilidad de cura. Además, muchas veces al inicio de la enfermedad no se presentan síntomas, lo que dificulta su diagnóstico. Cuando la función renal está muy dañada, comienzan a aparecer ciertos signos, entre ellos:
Anemia, porque el riñón ya no cumple su función de producir la hormona eritropoyetina para la producción de glóbulos rojos.
Dolores, como calambres o ataques de gota, ya que el nivel de ácido úrico generalmente es muy alto en el cuerpo.
Los llamados problemas metabólicos, con anomalías en los carbohidratos y lípidos.
Hipertensión y aparición de edemas, debido a la gran cantidad de sodio retenido en el organismo. Los riñones no filtran suficientemente los desechos, que pueden acumularse y volverse tóxicos para el organismo.
¿A quién afecta la insuficiencia renal?
La edad media de diagnóstico de la insuficiencia renal es de 59 años, con un ligero predominio de los hombres respecto a las mujeres.
Se sabe que la mitad de los fallos renales están relacionados con enfermedades crónicas mal controladas. En efecto, la diabetes induce un deterioro de los pequeños vasos a nivel del glomérulo, lo que finalmente conduce a una disfunción renal o nefropatía diabética.
Por su parte, la hipertensión, que es la otra causa principal de insuficiencia renal se asocia con un estrechamiento de las pequeñas arterias del riñón. Estas pueden bloquearse y sufrir una reducción de la vascularización que puede provocar insuficiencia renal.
También puede haber casos de herencia genética, enfermedades inflamatorias, pielonefritis o incluso poliquistosis renal que pueden provocar insuficiencia renal crónica.
La insuficiencia renal aguda se puede encontrar durante una infección, una intoxicación por medicamentos (especialmente en deportistas que toman comprimidos antiinflamatorios no esteroideos), o incluso durante cálculos renales.
¿Cómo diagnosticar la insuficiencia renal?
Primero es necesario realizar una analítica de sangre y orina. Luego, se calcula el filtrado glomerular, en función del nivel de creatinina sérica, permitiendo así distinguir cinco etapas:
Etapa I : el caudal es superior a 90 ml/min/1,73 m²: enfermedad renal con deterioro de la depuración.
Estadio II : caudal entre 60 y 89 ml/min/1,73 m²: insuficiencia renal leve.
Estadio IIIA : caudal entre 45 y 59 ml/min/1,73 m²: insuficiencia renal moderada.
Estadio IIIB : caudal entre 30 y 44 ml/min/1,73 m²: insuficiencia renal moderada.
Estadio IV : caudal entre 15 y 29 ml/min/1,73 m²: insuficiencia renal grave.
Estadio V : caudal inferior a 15 ml/min/1,73 m²: insuficiencia renal terminal.
La prueba renal también incluye la medición de urea y albúmina, sodio sérico (nivel de sodio en la sangre), potasio sérico (nivel de potasio en la sangre), así como análisis de orina. Gracias a estos valores, el médico puede diagnosticar la insuficiencia renal y luego ofrecer tratamiento según el estadio.
¿Cómo tratar la insuficiencia renal?
A ser posible, el diagnóstico debe realizarse lo más precozmente posible para implementar medidas basadas en normas higiénico-dietéticas y tratamientos adaptados a cada paciente .
Una vez identificada la enfermedad renal, el objetivo del tratamiento es frenar la destrucción de los riñones reduciendo la inflamación que causa el trastorno en la glomerulonefritis, y prescribiendo el tratamiento llamado "nefroprotector". El objetivo es retrasar varios meses o años la progresión de la insuficiencia renal hasta su fase terminal.
Adoptar un estilo de vida saludable también ayuda a frenar la destrucción de los riñones. Dejar de fumar y adoptar una dieta adecuada (reducción de proteínas animales e ingesta de fósforo, sodio, potasio, lípidos, beber suficiente) es fundamental, al igual que el ejercicio físico diario.
A nivel médico se aconseja:
Control de la presión arterial para intentar alcanzar valores de 130/80 mm Hg de media, recomendando medidas higiénicas y dietéticas (dieta menos salada, corrección del exceso de peso, etc.), y medicación.
Manejo de los factores de riesgo cardiovascular, que aumentan con la disminución de la función renal. Diferentes medidas pretenden entonces reducir el exceso de colesterol, controlar los niveles de azúcar en los casos de diabetes, animar a los pacientes a dejar de fumar y realizar ejercicio físico regular.
Corrección de la anemia secundaria a insuficiencia renal, corrigiendo primero las distintas deficiencias de vitaminas y hierro, y posiblemente introduciendo una terapia de sustitución con eritropoyetina (hormona que estimula la formación y el crecimiento de los glóbulos rojos).
Corrección de anomalías en el metabolismo del calcio y del fósforo en sangre, que tienen consecuencias no sólo en los huesos, sino también en los vasos (calcificaciones vasculares). Es necesario implementar medidas destinadas a reducir la absorción de fosfatos dietéticos. Además, se suplirá la falta de vitamina D.
Artículo traducido y adaptado por Celia Núñez, redactado originalmente en francés por Sandrine Nail-Billaud.