La aromaterapia es una terapia natural que se basa en la actividad terapéutica de las moléculas bioquímicas que contienen los aceites esenciales. Está basada en datos científicos sólidos y confirmados tanto por la clínica como mediante múltiples estudios. Puede servir como tratamiento único o como coadyuvante de otras terapias, ya sean convencionales o alternativas.
Uno de los métodos para probar la eficacia de los aceites esenciales, en este caso de su poder antibacteriano, es la técnica del aromatograma, una prueba idéntica a la usada para testar antibióticos (antibiograma) y que se basa en un método de medición in vitro.
El éxito de los aceites esenciales radica en su concentración y funcionalidad, además, pueden utilizarse por diferentes vías (difusión atmosférica, vía cutánea o incluso oral). Eso sí, para ello deben emplearse aceites esenciales quimiotipados (AEQT), cuya composición molecular se ha analizado mediante técnicas estandarizadas para cada uno de los lotes. Este criterio de calidad nos permite emplearlos con fines terapéuticos puesto que tenemos la seguridad de conocer exactamente qué moléculas se encuentran en este extracto de plantas.
Beneficios de los aceites esenciales
- Son productos 100% naturales, eficaces y seguros siempre que se empleen adecuadamente
- A diferencia de los medicamentos de síntesis, los efectos secundarios son mucho más leves y evitables si conocemos bien las posologías
- Compatibles con otras terapias.
- Tratamiento personalizable a la persona y las necesidades.
- Su campo de actuación es muy amplio: Infecciones, afecciones musculares, trastornos del sistema nervioso, patologías cutáneas, pediatría, etc.
Métodos de extracción de los aceites esenciales
Los aceites esenciales se obtienen por destilación por arrastre en corriente de vapor. Esta técnica consiste en hacer pasar vapor de agua, a una temperatura controlada, por las plantas aromáticas, que se encuentran en una cuba. El vapor arrastra las moléculas aromáticas de las plantas. A continuación, se hace pasar por un serpentín sumergido en agua fría con el objetivo de que el vapor se condense, es decir, pase de nuevo al estado líquido.
El resultado se recoge en un esenciero. Se obtienen dos fases:
- Por una parte, una fase acuosa (soluble en agua) denominada hidrolato
- Por otra, una fase oleosa (soluble en aceites vegetales) que contiene las moléculas aromáticas, el aceite esencial.
En el caso particular de las cáscaras de los cítricos (mandarina, naranja, limón, etc.) en lugar de la destilación, se procede a un método de presión en frío, mucho más sencillo. Como no se añade agua, no se habla de aceite esencial sino de esencia.