Hoy os voy a contar mi experiencia personal sobre un tema del que se habla mucho últimamente: los productos de perfumería que contienen siliconas.
¿De verdad son tan malos como los pintan? Mi respuesta es rotunda: SÍ.
Yo había oído hablar bastante del tema, pero no le había dado importancia, porque normalmente tengo un pelo muy sano y brillante. Ni siquiera utilizo acondicionadores ni espumas de peinado para después del aclarado, porque no se me encrespa. Lo mantengo así en gran parte gracias a la henna, que me aplico cada quince días.
Para las que no la conozcáis, la henna es un producto que se utiliza desde hace miles de años en la India para dar color y potenciar la belleza del cabello.
Para mi no hay absolutamente ningún producto que se pueda comparar con los resultados que nos da la henna: fortalece el pelo, le da mucho brillo, desde el primer día se ve más hidratado, con más cuerpo, regula la secrección de caspa, de grasa, y ¡hasta previene la aparición de piojos! (Si queréis más información sobre la henna, sus propiedades, el modo de preparación, incompatibilidades…, en mi blog podéis encontrar varios posts en los que os cuento todo lo que tienes que saber sobre la henna).
El caso es que yo me solía aplicar la henna una vez al mes, y eso era suficiente para mi para tener un pelazo. Hasta que tuve la feliz idea de hacerme la permanente… ¡y me achicharraron el pelo! Salí de la peluquería con un peinado totalmente ridículo y con ganas de matar a la peluquera (estoy segura de que sabéis de lo que hablo).
Aparentemente el pelo estaba sano, pero al lavármelo me di cuenta de que se me había quedado como un estropajo: áspero, seco, sin brillo y que se partía al cepillarlo.
Como me negaba a cortármelo, empecé un programa de recuperación intensivo: me empecé a dar la henna todos los fines de semana, y entre semana también me ponía mascarillas naturales para el cabello (mi preferida es la de aceite de coco, del que también os he hablado en mi blog: “Aceite de coco para el pelo. Ventajas sobre otros aceites”).
En menos de un mes y medio ya tenía el pelo casi recuperado… Pero todavía me lo seguía notando bastante áspero al tacto. Así que, cuando una compañera de trabajo me recomendó un aceite sin aclarado que dejaba el pelo muy suave que a ella le iba muy bien, me lo compré sin pensármelo dos veces. Nada más utilizarlo el primer día, noté el pelo mucho más brillante y sedoso. Así que lo empecé a usar a diario después de lavarme el pelo. Resultado: en menos de un mes tenía otra vez el pelo hecho un asco.
Lo que hacen estos productos es que al aplicarlos forman una película protectora que le da a nuestro pelo un aspecto de estar más sedoso y brillante, pero a la vez lo impermeabiliza, por lo que después no conseguiremos hidratarlo por muchos productos hidratantes y mascarillas que nos pongamos. Vamos… lo que viene siendo “pan para hoy y hambre para mañana”. El resultado es que en poco tiempo notaremos es cabello mucho más deshidratado que antes de usarlos, pese que al principio nos dieran justo la sensación contraria.
La mayoría de los productos para el cabello (champús, acondicionadores, mascarillas…) contienen siliconas, pero si buscamos un poco podemos encontrar productos sin siliconas en cualquier supermercado. Debemos evitar todos los productos que tengan en su composición ingredientes terminados en “cono”, “conol” o “xane”. O más fácil todavía para las vagas como yo: que en la etiqueta ponga claramente: SIN SILICONAS.
😉
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