El resultado final de un tatuaje depende en gran medida de los cuidados proporcionados durante el proceso de cicatrización.
Durante las primeras 24 horas (o el tiempo indicado por tu tatuador), es conveniente mantenerlo tapado con el film o apósito proporcionado para prevenir infecciones. Inmediatamente después, deberás lavar la zona cuidadosamente con agua y un jabón adecuado (muy suave).
Una vez limpio, y durante los 15 días siguientes, es imprescindible mantener el tatuaje correctamente hidratado. Para ello, te recomendamos usar únicamente cremas o bálsamos cicatrizantes especialmente indicados para ello. Pasado este tiempo, deberás continuar hidratándolo a diario, aunque podrás hacerlo con tu crema habitual.
Otro aspecto a tener en cuenta es que, durante las primeras semanas, hay que evitar la exposición del tatuaje al sol y al agua del mar y de la piscina. Además, una vez curado, es necesario cuidarlo con el uso de un fotoprotector cuando la piel se exponga al sol, para evitar que el diseño pierda su color.
Siguiendo estos consejos, y evitando rascarlo y retirar costras, te asegurarás de que cicatriza correctamente.
Si durante este proceso notas irritación o dolor, fiebre u otro signo de una posible infección, acude a tu médico rápidamente.