El juego es un elemento básico en la vida de cualquier niño, ya no solo por su elemento de diversión sino, también, para su aprendizaje y desarrollo integral. Una gran parte de los juegos tienen carácter educativo, los niños aprenden a conocer la vida, exploran, prueban y se enfrentan a situaciones nuevas constantemente. Son un instrumento imprescindible para la educación de todos los niños porque les ayuda a descubrir el mundo por sí solos.
Cada día es una nueva aventura junto a tu hijo y saber cómo el juego le beneficia, además de unos cuantos consejos para su desarrollo integral, te ayudará a que se convierta en un niño equilibrado. ¡A jugar!
¿Qué aprenden los niños con el juego?
El juego es un ejercicio muy significativo para su aprendizaje diario. Con el juego aprenden a conocer las capacidades y los límites que le ofrece su mente, su cuerpo y su entorno.
- Desarrollo de la capacidad física: La mayoría de los juegos requieren agilidad y control. Los niños se mueven, buscan nuevas formas de coordinarse… Por lo que el juego es perfecto para desarrollar su motricidad y coordinación psicomotriz. Además, realizar esfuerzo físico ayuda a descansar mejor por las noches y es perfecto para el desarrollo de sus músculos, huesos y pulmones.
- Desarrollo de la capacidad afectiva: Aprenden a vivir distintas emociones: como sorpresa, expectación, alegría y hasta tristeza o rabia cuando pierden. Con el juego se enfrentan a diversos conflictos emocionales pero, también, a diversas satisfacciones y deseos.
- Desarrollo sensorial y mental: Con el juego aprenden a relacionar imágenes u objetos con distintas formas, tamaños, colores y texturas. Es un método muy adecuado para qué conozcan cada detalle qué nos rodea.
- Desarrollo cognitivo, creatividad e imaginación: Los juegos de construcción son un buen método para despertar la imaginación de los niños. Con cada castillo o casa que intentan crear con los bloques de construcción, se dispone a conocer nuevas figuras y aprenden nuevas habilidades muy positivas para su desarrollo cognitivo. Además, este tipo de juguetes educativos también son muy favorables para despertar la curiosidad y desarrollar su seguridad para alcanzar nuevos retos.
Por todas estas razones, hay que dejar que el niño experimente y disfrute jugando, sobre todo en sus primeros años de vida dónde el juego deberá ser introducido como un fin educativo para conseguir el máximo rendimiento de sus capacidades.
¿Cómo se debe introducir el juego?
En un inicio, los niños solo se mueven por percepciones, quieren tocarlo todo y hacen lo primero que les viene a la mente, aunque este tipo de acciones también tienen sus límites cuando hay problemas a la vista: si ven que la comida que le das está demasiado caliente y quema, no van a querer probarla nunca más. Con este tipo de situaciones, puedes empezar a introducirle el juego para que empiece a desenvolverse en el ambiente mental. Por ejemplo, puedes soplar la cucharada y hacer que vuela cómo si de un avión se tratase para distraerle. Acto seguido, puedes probar tú la comida. Con este nuevo hábito, verá que se puede comer el plato sin problemas y querrá probarlo (eso sí, jugando otra vez a ser un avión).
De esta forma, consigues guiar su conducta por el significado de una nueva situación, motivándolo a desarrollar su ingenio y capacidad para la solución de problemas.
Consejos para despertar la práctica del aprendizaje:
- Hay que dejar que experimente él solo mientras juega: Es malo frenarlo cuando, por ejemplo, está pintando o construyendo algo. Si le cortamos las alas cuando está jugando, no le dejamos desarrollar toda su creatividad.
- Debemos invitarle a que piense por sí solo: Cuando el niño se dé cuenta que el resultado de lo que está haciendo no es satisfactorio, es el momento de acercarse a hablar con él. Nunca antes, ya que si nos dedicamos simplemente a regañarles, sólo conseguiremos frustrarles. Desde el primer año de vida hasta prácticamente la adolescencia, los niños no paran de aprender y divertirse con el juego sin poner en riesgo su salud, así que déjales que aprendan jugando, aunque eso signifique que pierdan en alguna ocasión. Si les dejas que piensen por sí solos, fomentan la atención y la concentración. Además, enriquecen valores como el sentido de la responsabilidad, el sacrificio o la cooperación en el caso de jugar en equipo.
- Elige bien los juguetes: Aunque se aconseja dejarle cierta libertad, el niño debe aprender con qué puede jugar y con qué no. Toma precauciones y asegúrate que no crea que es buena idea coger una figura del salón o poner la mano en los enchufes. Si aún es un bebé te recomendamos que tengas a mano siempre un sonajero para que estimule los sentidos y aprenda a potenciar su curiosidad e imaginación. Un buen ejemplo de ello es el sonajero giratorio de Acofarbaby.
- Y si son un poco más mayores, puedes utilizar el juego para implicarlos en las rutinas diarias: Colocar la compra en la nevera, enseñarle a ordenar sus juguetes… Hasta puedes hacer que los deberes sean un juego divertido. Sácale imaginación, cualquier excusa es buena para que tu hijo se implique y convierta sus obligaciones en un juego.
Después de aplicar estos consejos verás que tu hijo se enfrenta a las situaciones con mucha más valentía y seguridad porque será capaz de descubrir e interactuar con las cosas que le rodean mediante el juego.